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Jueves, marzo 15, 2018
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¿A los asambleístas de Moreno les importa la ética?

ECUADOR (O) | La toma de posición frente a un tema donde está en juego la ética pública y la honestidad es una de las poquísimas pruebas que un político puede dar a la sociedad de su compromiso con los valores y principios democráticos. Esta premisa está en juego en el caso de los asambleístas que no votaron (ni a favor ni en contra) por la moción de destitución de la Presidencia de la Asamblea José Serrano y de llamado a juicio político al fiscal Carlos Baca Mancheno, el viernes 9 de marzo. Moción que se originó en hechos que notoriamente estaban reñidos con la ética y la transparencia, por lo que no sancionar a esos personajes es reconocer que los principios y valores comprometidos en sus conductas les son complemente irrelevantes.

Por: Martín Pallares

Tomado de 4 PELAGATOS.com (O)

Sacar a Serrano de la Presidencia de la Asamblea era colocarse en la vereda contraria a la opacidad, a la deshonestidad y al manejo tramposo de los asuntos que están relacionados con la administración pública. Sacar a Serrano era, además, sancionar lo que cualquier persona comprometida con los principios y valores democráticos repudia y no puede tolerar.

De los 31 asambleístas que no votaron ese día, hay 25 que pertenecen al morenismo; es decir a la bancada de Alianza País que, se supone, trabaja en línea con la Presidencia de la República. El tema se pone aún más escabroso si se toma en cuenta que esos 25 morenistas que se ausentaron representan más de la mitad del bloque alineado con Moreno que en total son 45. Dicho de otra manera, para la mayoría del morenismo en la Asamblea la ética resulta intrascendente.

En el caso de esta bancada, la decisión de no votar no solo compromete principios y valores ético sino que, además, lo hace con el liderazgo del presidente Lenín Moreno, quien en una reunión que mantuvo con ellos en Carondelet dijo que era partidario de que Serrano dé un paso al costado. ¿Desobedecieron al Presidente?

El mensaje de la bancada morenista es, sobre todo, muy poco alentador para una sociedad hastiada de corrupción e impunidad. En los hechos, a los representantes que el presidente Moreno tiene en la Asamblea no les importan los valores y lo principios democráticos.

El tema es más complicado si se toma en cuenta que, aparentemente, una de esas asambleístas que no asumieron una posición frente a la descomposición que representan Serrano y Baca Mancheno puede ser la nueva presidenta de la Asamblea. En efecto, hasta ahora la persona con mayores posibilidades de ser elegida como reemplazo de Serrano es la asambleísta Elizabeth Cabezas: ella no votó en contra de Serrano.

Las otras dos posibles fichas del morenismo para la Presidencia son, asimismo, asambleístas que no adoptaron una postura frente al conflicto ético y moral que representan Serrano y Baca Mancheno: María José Carrión, que en la Comisión de Fiscalización hizo todo lo posible para que sus coidearios del gobierno no sean fiscalizados y Ximena Peña, asambleísta por los migrantes.  ¿Cómo pensar en una práctica política independiente de la corrupción y la impunidad en la Asamblea si las nuevas autoridades no son capaces de tomar una posición frente a ese tema?  Que no hayan votado por la destitución de Serrano y por el juicio político de Baca Mancheno resta a Cabezas y a sus coidearias la legitimidad que requiere el liderazgo que pretenden.

El día de la votación se jugaba un tema clave para los demócratas y que el propio Lenín Moreno se los recordó a los asambleístas de su bancada: que los pillos den un paso al costado. Esas tres asambleístas no fueron capaces, ni siquiera, de cumplir con esa misión. Ese déficit marcará su tarea en el futuro.

Entre los asambleístas del morenismo que no quisieron votar en contra de Serrano y Baca Mancheno había también figuras que se suponen son los pilares del apoyo al Ejecutivo en la Asamblea. Por ejemplo Ricardo Zambrano y Jorge Yunda.  Si a ellos no les preocupa, luego de todo lo escuchado el viernes, que Serrano siga siendo presidente de la Asamblea, entonces la preocupación frente a la corrupción y la impunidad, al menos en la asamblea, será inexistente.

El mandato de Lenín Moreno se sustenta en el hartazgo brutal que existe, al menos en un importantísimo sector de la población, frente al estado de corrupción e impunidad generalizado. Si quienes van a dirigir la Asamblea, o a liderar allí las iniciativas del Presidente, les da igual votar en contra de la corrupción o socaparla, el aliento del gobierno será de corta duración.

Ana Belén MarínAsamblea NacionalCotopaxiEcuadorOpiniónPolítica

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