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El antes y hoy de Latacunga en los ojos de Rogelio Viteri

LATACUNGA URBANA (I) | Al caminar cuatro cuadras desde el hotel Endamo en el parque La Filantropía hasta la tienda de Amparo Vera en el pasaje Padre Salcedo, se dio cuenta que la ciudad “está tremendamente cambiada, modernizada, agitada; llena de tráfico”.

Por: Redacción www.Cotopaxinoticias.com (I)

Latacunga (Cotopaxi). En su mente “aún tenía esa Latacunga tranquila, en la que salíamos a reunirnos en las esquinas, donde no había mucha gente ni tráfico”.

Este cambio “es parte del progreso y tenemos que aceptarlo”, dice este latacungueño, capitán en servicio pasivo de la Armada Nacional.

Hace 15 años pidió asilo político en Inglaterra tras haber denunciado un acto de corrupción en las Fuerzas Armadas ecuatorianas y desde entonces es la primera vez que regresa a pasear por las calles de su tierra natal. Llegó la tarde de este viernes, 21 de julio de 2017.

Su memoria está llena de recuerdos “porque Latacunga es una amalgama de cultura, folclor, gente, comida…”. Pero “lo que nunca” olvidará es su paso por la escuela Isidro Ayora, en la que estudió, cerca de la casa de sus padres. Guarda particular gratitud hacia sus profesores de primaria y de secundaria, del colegio Vicente León.

Se ha enterado que muchos de sus docentes han fallecido y que otros están enfermos. Espera poder visitar a algunos. Entre ellos cita a Luis Cepeda (+), su maestro de educación física e inspector en la escuela; a Oswaldo Rivera (+); a Freddy Torres, Rosario Andrade, Neris Bustillos, Nelson Naranjo. “Eran verdaderos místicos (seres revelados) de la educación”.

Lo primero que se propuso realizar en su Latacunga es caminar por la ciudad, recorrer los sitios por donde de estudiante secundario salía con la gallada a fumar cigarrillos King sin filtro casi a escondidas de sus padres. Luego se planteó interactuar con sus amigos que aún están con vida.

Era parte de los “patos del Vicente León”, como se conocía a los tres alumnos que se pasaban metidos en la piscina de ese colegio, lanzándose desde los altillos de dos y cinco metros de altura “que para muchos eran un terror”. Recuerda que “hacía un frío del diablo” porque “esa agua sí que mordía”, pero que era su entretenimiento.

En su trayecto desde el hotel aprovechó para espiar desde afuera esa piscina. La vio allí, pero vacía, “medio en ruinas”.

Cuando tenía 10 años de edad solía jugar en el estadio del Cemai (actual ESPE). Allí vio un día a un joven de 18 años que saltaba sobre una vara rara. Era Miguel Iturralde, recién graduado de subteniente del Ejército, practicando el salto con garrocha. Aquel latacungueño llegó a general, pero falleció prematuramente.

El niño y el joven se hicieron amigos entrañables para toda la vida. Miguel fue el referente para que Rogelio se decida por la carrera militar. Viteri consideró que de las tres ramas de las Fuerzas Armadas, la Marina era la mejor.

Ya en la  Marina, Viteri fue instructor de soldados y llevaba a sus alumnos a ejercitarse en la fría Latacunga desde la cálida Guayaquil. Los hacía descender hacia el río Cutuchi y ascender en el volcán Cotopaxi.

Amparo Vera es una de sus amigas de adolescencia. Por ello, siempre que ha llegado a Latacunga, la primera parada de Rogelio Viteri ha sido su tienda y esta vez no fue la excepción. Solo que este viernes ya no estaba “doña Aliquito”, la tía de la anfitriona, pues falleció hace poco.

Rogelio Viteri regresó luego de 15 años desde que se vio obligado a abandonar el país, pero había dejado de residir en Latacunga desde hace 40 años, debido a su carrera militar.

Foto: Robinson Karolys, Rogelio Viteri y Amparo Vera en el pasaje Padre Salcedo

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