El culebrón sobre Alecksey Mosquera pide ser llevado a Netflix
ECUADOR (O) | El segundo capítulo de la serie sobre los pagos de Odebrecht a Alecksey Mosquera acaba de salir al aire y promete ser más taquillero que el primero.
Por: Martín Pallares
Tomado de 4PELAGATOS.com (O)
En el primer capítulo, el entonces presidente Rafael Correa salió a defender a Mosquera, que se halla detenido por haber recibido un millón de dólares de Odebrecht, diciendo que su ex Ministro de Energía no recibió coimas de esa empresa brasileña para contratar la construcción del Toachi-Pilatón. Según Correa, el millón de dólares que recibió Mosquera no es coima sino honorarios porque el depósito lo recibió cuando ya no era Ministro de Estado. “Acuerdo entre privados”, dijo Correa que eso se llama. Si hubo algún delito, aseguró el ex Presidente, fue no haber declarado ese ingreso para pagar impuestos.
En el segundo capítulo, que salió al aire el miércoles 28 de junio, la historia toma un giro no menos fantástico. Ahí aparece el abogado de Mosquera diciendo que, tal como lo había dicho Correa, no hubo coimas sino honorarios, porque el pago fue por una consultoría pero que esa consultoría la hizo cuando su defendido aún era ministro. Por eso, dijo el abogado, que Mosquera no podía ser detenido ya que, cuando supuestamente cometió el ilícito, tenía fuero de Corte Nacional. Es decir, en este nuevo episodio se mantiene la estrafalaria tesis de Correa sobre los honorarios por una consultoría pero con una variante: el trabajo lo hizo Mosquera mientras era Ministro. El abogado, en todo caso, coincide con Correa en otro punto que parece ser central en la historia: la consultoría no tenía ninguna relación con el Toachi-Pilatón, sino con otro asunto. ¿Cuál? No lo dijo.
En este segundo capítulo, de lo que promete será una larga y vibrante saga, Franklin Arévalo (así se llama el abogado de Mosquera) aparece sosteniendo que no existe conflicto legal en el hecho de que su defendido haya hecho la asesoría mientras era Ministro. Cuando la periodista Marieta Campaña, de diario Expreso, le dice que un Ministro en funciones no puede firmar un contrato particular con una empresa que tiene contratos con el Estado, el abogado de Mosquera le respondió, sin ruborizarse, que no hay conflicto jurídico porque su defendido no hacía la consultoría en horas de trabajo sino cuando estaba en tiempo libre. Como si un ministro únicamente es ministro mientras está en su oficina y en horas de trabajo. Después puede hacer chauchas.
En otras palabras, quienes siguen esta serie deberán imaginar a Alecksey Mosquera trabajando en una asesoría para Odebrecht muy temprano por la mañana, antes del salir al Ministerio, o en las noches luego de que ya ha salido de su despacho. Quizá en pijama y con un vasito de leche en su mesa de trabajo.
Entre el primero y segundo capítulo de esta historia hay una cosa en común: en ambos, los protagonistas defienden a Mosquera. En el primero fue Rafael Correa; en el segundo Arévalo. Ambos coinciden en cosas muy importantes pero sobre todo en que la consultoría hecha a Odebrecht no estaba relacionado con el Toachi-Pilatón. Pero ninguno precisa en qué consistió la supuesta asesoría por la cual recibió un millón de dólares.
La diferencia, entre lo que dicen estos dos defensores de Mosquera, está en que mientras Correa dijo que su ex Ministro hizo la asesoría y recibió el pago cuando ya había dejado el cargo, Arévalo sostiene que aquello ocurrió cuando aún lo era. Uno de los dos miente. O los dos.
Es evidente que existe, a pesar de las diferencias, una línea argumental común entre los dos episodios. En ambos se trata de negar cualquier relación del pago del millón de dólares con el Toachi Pilatón. Quien haya seguido con atención esta historia recordará la pasión y énfasis que puso Correa en el primer capítulo cuando ordenó a la Fiscalía de entonces, operada por Galo Chiriboga, que cambie una primera versión en la que se decía que la detención de Mosquera estaba relacionada con el tema Odebrecht. También se recordará que la Fiscalía, obedientemente, retiró un boletín de su página web para darle gusto a Correa.
Es evidente, entonces, que en el tema de Mosquera existe una estrategia concertada para tratar de aislar el pago del millón de dólares de Odebrecht con la construcción de la hidroeléctrica. En ese esfuerzo coinciden Correa y el abogado de Mosquera que evidentemente buscan que Mosquera sea acusado de una falta de carácter administrativo, además impresentable éticamente, y no por corrupción. Hacer consultorías a título personal a empresas que son contratistas con el Estado puede ser una falta administrativa mucho menos grave que el delito de recibir dinero a cambio de favores, como parece ser el caso de Mosquera.
La historia de Alecksey Mosquera parece confirmar lo que toda buena serie de televisión comprueba: que no hay crimen perfecto y que la salvación de los acusados depende de las coartadas que inventen. Aquí está claro que la coartada será negar que ese millón de dólares pagados, sin duda por Odebrecht, tengan relación con los trabajos en Toachi-Pilatón. Cualquiera que sea el destino de esta coartada queda claro que la historia reúne ya los méritos que podrían llevarla a la pantallas. Quizá de Netflix; ¿por qué no?